¿Puede la excelencia ser escogida de manera popular? Difícil. O así se desprende de la decisión del Ateneu Barcelonès de retirar todo proceso participativo del veterano premio Crexells de novela, después de la agria polémica del pasado mayo, cuando el jurado de la 47ª edición añadió cuatro obras a las siete finalistas que habían sido elegidas por votación de los socios y de clubes de lectura para compensar así tanto la baja participación como la “exclusión” de obras de calidad. La decisión, algo no previsto en las bases, provocó la retirada masiva de casi todos los escritores finalistas. Seis meses después, la entidad ha optado por hacer borrón y cuenta nueva y retornar el galardón, decano de los reconocimientos literarios catalanes y hasta ahora lo más parecido al Goncourt catalán, a sus orígenes: el jurado escogerá la mejor novela publicada el año anterior a partir de la selección de títulos que hagan ellos mismos.
Para garantizarse todos los flancos posibles, el jurado de la que será la 48ª edición de un premio creado en 1928 (para la historia, la 47ª pasará como “suspendida”) ha quedado compuesto por una escritora en activo (Ada Castells), dos periodistas culturales (David Castillo y Jordi Nopca), una librera (Marina Porras) y un filólogo y profesor universitario (Joan Santanach). El vicepresidente primero del Ateneu Barcelonès, ahora Joan Maluquer, completará el comité, con voz pero sin voto. “Ningún miembro del jurado anterior defendió el proceso participativo; la gente que se implicaba no era mucha, y tampoco había la certeza de si habían leído las obras, dependía mucho de la simpatía o no del autor, de la cubierta… Que un título se venda mucho no garantiza que dentro de 50 años se hable de ella”, arguye Maluquer, que habló con los miembros del jurado de la polémica. Para la próxima edición, no ha quedado ni uno. “Todos presentaron su dimisión para que tuviéramos las manos libres y la junta ha considerado mejor renovarlos”. Maluquer añade que se ha aprovechado la decisión para rejuvenecer el jurado, que ahora tiene una media de 44 años, frente a los 60 del anterior, formado por Valèria Gaillard, Lluïsa Julià, Miquel de Palol, Xavier Pla, Enric Sòria, Carme Riera y Rafael Argullol.
La contundente decisión adoptada ha descartado, incluso, un método mixto entre elección de expertos y lectores populares, que fue el imperante desde 2009, cuando un jurado escogía los tres mejores títulos y a partir de ellos los socios y clubs de lectura votaban de entre esos finalistas. La persistente baja participación popular llevó a que en 2016 se circunscribiera de nuevo a un jurado de expertos. Que levantó también una notable polvareda al tratarse de un libro que se movía en el circuito de la autoedición y, por tanto, difícil de hallar en librerías. Al año siguiente, se optó por invertir el proceso y que los expertos escogieran solo de entre los títulos elegidos popularmente, mecanismo que el jurado quiso reequilibrar con la consiguiente polémica.
“Este sistema del jurado único lo mantendremos al menos tres o cuatro años”, aseguraban ayer fuentes del Ateneu Barcelonès, en su afán de pacificar la alterada vida reciente del galardón; también para evitar salpicar al conjunto de la institución (la polémica provocó la dimisión de la vicepresidenta Gemma Calvet), se especifica ahora que el jurado “puede resolver cualquier situación no prevista en las bases, y declarar desierta la edición del premio”.
El reset del Crexells es tal que hasta se ha aprovechado para cambiar la obra con la que se obsequiaba al ganador, hasta ahora de Antoni Llena, por una de la artista Alícia Viñas, donada por el socio Joan Artur Roura. No cambiará, sin embargo, la dotación, que se mantendrá en los 6.000 euros, si bien se destinará una partida para una campaña de difusión y promoción de la obra. ¿Y qué opinan los socios del Ateneu Barcelonès de la supresión de la potencial participación popular? “Se lo comunicaremos estos días”, dice Maluquer.